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vivajapon

YO LA CHUPO SI TÚ LO LAMES (ZAPATERO PARIDA)

Conocí a Marisol una mañana de mayo a la salida del consulado de China en el Tibidabo. Recogía mi pasaporte sellado para ir a la nueva tierra de los sueños y ella junto a no sé cuantos más repartía propaganda contra el Partido Comunista. Acepté los papeles y su charla de envergadura.
-Están matando a miles de personas, ocultan el sida, encarcelan a presos y disidentes, no controlan la salubridad del agua o la calidad mínima de la comida…
-Yo me llevo unas latas de mejillones y agua de Lanjarón.
-Oye, no estoy de broma.
-Pues tú si que lo pareces, llevas una camiseta de ZP y haces apología contra sus primos chinos.
-Aquí hay democracia y el pueblo los ha elegido libremente.
-Sí. Después de un macro atentado con doscientos muertos y millones de mentes a la intemperie.
-¿Tú lees ‘El Mundo’ y escuchas la COPE, verdad?
-Yo no sé leer y soy sordo de un oído.
-Bueno, léetelo y ya me dirás.
-¿Y cómo te lo digo? Dame tu teléfono.

Y me lo dio. Debe ser el morbo de una roja hasta la médula follándose a un supuesto facha.
Marisol vive en el Borne, como muchos libertarios barbilampiños, que empuñan la palabra libertad siempre que los Papas les paguen las copas, viajes y gasolina para la moto. No trabaja oficialmente aunque está afiliada al PSC, a Comisiones y a unas cuantas asociaciones por los Derechos Humanos.
Y apareció en aquel bar ataviada con la misma camiseta que el día anterior, unos pantalones caídos de donde asomaban unas bragas azules y unas sandalias que se presumía ya formaban parte del pie. No me cabía duda: si seguía así acabaría de ministra o de organizadora de festejos en las Fiestas de Gracia.

-Yo ya no bebo vino. Los bodegueros son todos unos fachas, los enólogos unos eruditos y los consumidores unos sectarios.
-Ya, ¿y qué bebes? ¿Meca-Cola?
-¿Qué es eso?
-El refresco de cola que han hecho los árabes para competir con los americanos.
-No lo sabía. Tendré que probarla… yo tomo cañas.
-¿La quieres de Estrella?
-Sí.
-Estos no tienen enólogo pero facturan cientos de millones de euros al año.
-No es lo mismo.
-Ya. Entonces tómate una Alhambra.
-Es que no es de aquí. Y mira que está buena.

Marisol, como muchos enrojecidos a golpe de pasar las páginas de ‘El País’, deambulaba entre la ignorancia y el localismo más extremo. Como si la Estrella-Damm le hubiera pagado los estudios era incapaz de bajarse del ennegrecido asiento de la boina de su pueblo y cambiar de silla.

-¿Pido unas gambas o nos comemos mejor las servilletas?
-De gambas nada. Que las traen de China sumergidas en orina para que aguanten más.
-¿Tú crees que hay gente que trabaja en los barcos meando sobre las gambas?
-No es eso exactamente.

Marisol seguía hundiéndome a base de oleadas de ignorancia pero entre caña y caña empecé a ver que bajo la Z y la P de su camiseta pro Zapatero se asomaban dos pechos que empezaban a ser juguetones.

-¿Te importa venir a mi hotel a discutir sobre los calamares?
-¿Qué?
-Me han dicho que los que viene de África del Sur los embuten con mierda de caballo… y después mi madre y la tuya haciendo calamares en su tinta. “Están para chuparse los dedos”, dice la mía.

No aceptó la broma de buen grado pero sí que le comiera la boca. Ya por el ascensor le había desprendido la camiseta de nuestro presidente que guardé sigilosamente bajo la almohada en previsión de que me valiera para secarme la corrida. Pero lo que iba lanzado se paró, en metáfora perfecta de las carreras de Formula 1 que van a trescientos por hora, hay un accidente, y de repente sale el coche de seguridad marcando un ritmo familiar. Pues eso, que todo se detuvo menos mi erección.

-¿Y por qué no me la chupas?
-Si no es que no quiera es que ya se ha acabado el machismo. Si quieres que te la chupe primero me lo lames tú a mí. ZP ha traído la paridad y yo hago bandera de ella.

El problema era grande. Y no precisamente porque desprecie chupar coños, sino porque la guerrillera del Borne disponía de una pelambrera antológica en donde podías torcerte la muñeca si te atrancabas entre la madeja de pelos. Y si a eso sumamos que llevaba con la camiseta de marras mínimo dos días, que los entre dedos de los pies eran negros y que tenía barba de tres días en el sobaco, era normal que dudara. ¿Acaso pensó que era uno de esos enólogos a los que tanto odia y debía catar su nefasta vagina?

-Pues si no te bajas a mi pilón yo no me bajo al tuyo, que ya está bien de tanta grosería machista.

Y nos quedamos sin follar. Ella se fue cagándose en todos los fachas del mundo y yo ni siquiera pude cumplir mi sueño de secarme los restos del glande en esa camiseta de ZP.

1 comentario

Susana -

Oye, la chica esa que defines como "ZP" ¿también es comunista? Y ¿no serás tú el que hace gala de su ignorancia?
Explícame qué tiene que ver un partido democrático de facto y de derecho (socialista o popular) con otro que sólo pone lo de "demócrata" en su nombre, sea comunista o fascista...

Supongo que entonces todas las chicas que leemos el País (pero también El Mundo, I.H. Tribune, o W.Post, y todos los demás) tenemos roña entre los dedos, no nos depilamos ni las axilas, olemos a queso de flujo vaginal reseco y sólo tenemos sexo oral paritario. Pues pobre de tí...
Pero no te preocupes, síguete meneando el pene entre camisetas del PC y corriéndote sobre el póster de La Pasionaria (ojo con el filo del papel que te puedes cortar el glande por la mitad, y dicen que sangra mucho pero duele más), porque eso es lo único que demuestras que eres capaz de hacer: meneártela.
Deja a las mujeres reales, con nuestros agujeritos ricos, húmedos y sabrositos para los demás hombres, ¡pajero! juás juás juás!!!