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¿POR QUÉ ESPAÑA ES UNA MIERDA DE TAMAÑO CONSIDERABLE?

Miles de transeúntes de diversas tierras daban rienda suelta al quesito, jamón y copita de fino en los repetitivos pabellones de España. Hablamos de una feria de turismo cualquiera en un lugar cualquiera. Otra vez el estado promocionando el país con el dinero de todos. Y bien que hace, que lo único que nos va a quedar por el camino que vamos va a ser el extranjero que vaya a dejarse los cuartos.
En una de las entradas un pantallón último modelo de fabricación nipona emitía un reportaje hecho a medida de cómo es España, qué hay que ver y cuál es su historia. Imágenes de todo tipo que con la musiquilla flamenca de fondo y el excelente montaje hicieron de mí, desterrado y alegre por ello, un pobre sentimental que además, agarrado a la novena copa de fino, dejé brotar sobre mi antebrazo los clásicos pelos de gallina. Costas abruptas gallegas, calas baleares, playas blancas de Cádiz, pueblos blancos de Málaga, el Park Güell, la Alhambra, la Muralla de Ávila, los campos manchegos… multitud de lugares por donde anduve que en semejante video construido al detalle me provocaron cierta emoción.
Un alemán, un ruso y un inglés compartían comentarios conmigo. Yo, que era de donde emitían el video, les guiaba con adornos y apostillas mientras ellos, en algunos casos, se reconocían por haber estado allí o haber oído hablar.
En estas, el video se desplaza por diversas ciudades emitiendo un minuto de sus lugares más bellos; pasando por Madrid, Barcelona, Sevilla, San Sebastián, Granada, Toledo, Segovia… cuando de pronto aparece rotulado en la pantalla el nombre de Eivissa.

-Hay, pues aquí no he estado –dijo el alemán.
-Debe ser un pueblo de Ibiza –dijo el inglés que si puedo reconocer al menos la isla en el mapa.
-No hijos, Eivissa es Ibiza –dije yo.
-Que no, te equivocas. Que Ibiza es Ibiza. Eso debe estar cerca –aseguraba el inglés.

Así que tuve que empezar a explicar al ruso, al alemán y al inglés que Eivissa, desde hacía poco, es Ibiza. Que su topónimo en ibicenco-catalán se impone no al supuesto fascismo español, sino a las exigencias, conocimientos y deseos de los millones de turistas que la han visitado y la conocen como Ibiza.
Tuve que explicarles además, con vergüenza ajena, que hasta en la propia Ibiza escasas gentes la llaman Eivissa. Y no porque Ibiza esté llena de fachas o descerebrados sino porque les resulta más familiar y más natural. Nada más y nada menos.
Tuve que explicarles con la vena del cuello hinchada, que el estado español se baja los pantalones hasta límites insospechados cuando de ponernos la boina se trata. Que hasta Mahón –que siempre se llamó así- ahora se dice Maó, tocho o ladrillo en catalán, y que su internacionalmente conocido queso –Queso de Mahón- están intentando transformarlo en ‘Queso de Maó’, que más bien parece un homenaje a los pies de Mao Zedong, el creador del chavolismo mental chino. Revolución cultural: ¡qué tiempos aquellos!
Caían ya docena y pico de copas de fino y mis ilustres compañeros no llegaban a entender el porqué del cambio.

-¿Y por qué no dejan Eivissa para lo local y mantienen Ibiza para el mundo entero? –me preguntó el ruso.
-Porque los fascistas siempre se imponen –Contesté.
-¿Pero no decías que los fascistas eran los españoles? –replicó el inglés.
-Eso era antes. Ahora los fascistas son los otros.
-No entiendo nada –dijo el alemán.
-Da igual, sigamos bebiendo.

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